La transformación del Dr. Jekyll

El abogado Utterson trata de averiguar qué pasa con su amigo Jekill, respetado doctor, que desde que su ayudante Mr. Hyde trabaja en su laboratorio, deja de concurrir a las reuniones de amigos y parece misterioso y algo enfermo.
El siguiente texto es parte de una carta que deja otro amigo, el Dr.Lanyon, para que sea leída por Utterson sólo si Jekill desapareciese o muriese.
En un momento la carta dice lo siguiente:


Entonces Jekill me dijo: "—Está bien, Lanyon, acuérdate de tu juramento: lo que vas a ver cae bajo el secreto de nuestra profesión. Y, ahora, tú que has estado tanto tiempo atado a las ideas más mezquinas y materiales; tú, que has negado la virtud de la medicina trascendental; tú, que te has reído de los que eran tus superiores..., ¡mira! "Se llevó la copa a los labios y la apuró de un trago. Siguió un grito, giró sobre sí mismo, dio un traspié, se agarró a la mesa y se mantuvo agarrado a ella, mirando con ojos inyectados, jadeante, con la boca abierta. Mientras lo miraba, me pareció que se efectuaba un cambio... como si se hinchase... La cara se le puso de repente negra; parecía que las facciones se le disolvían y se le alteraban... Y me incorporé y, de un salto, retrocedí hasta la pared con el brazo levantado para escudarme contra aquel prodigio, anonadado por el terror. —¡Dios mío! ¡Dios mío! —grité una y otra vez; porque allí, ante mis ojos, pálido y tembloroso, medio desmayado y palpando ante él con las manos, como hombre que retornase de la muerte..., ¡allí estaba Henry Jekill! Lo que me dijo en la hora que siguió no puedo decidirme a consignarlo en el papel. Vi lo que vi, oí lo que oí, y desfalleció mi alma; y, no obstante, ahora, que aquella visión ha desaparecido de ante mis ojos, me pregunto si creo en ello, y no puedo responderme.
Mi vida está removida hasta sus raíces; el sueño ha huido de mí; un terror mortal me persigue día y noche, a todas horas; siento que mis días están contados y que debo morir, y, sin embargo, moriré incrédulo.
En cuanto a la torpeza moral que aquel hombre desveló ante mí en la hora que siguió, aunque con lágrimas de penitencia, no puedo ni siquiera recordarla sin un estremecimiento de horror. No diré más que una cosa, Utterson, y eso, si puedes avenirte a creerlo, será más que suficiente. El ser que se deslizó en mi casa aquella noche era conocido, según la propia confesión de Henry Jekill, con el nombre de Hyde, y se le perseguía por todos los rincones de la tierra como el asesino de Carew.
Fragmento de "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde" (click acá para el libro)


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